domingo, 19 de abril de 2015

LOS TRECE FUNDADORES


  “LOS TRECE FUNDADORES”

por

 JUAN IGNACIO MORENO GALDAMES

Tema expuesto en la Sesión Comida de Mayo de 2011
de la
Sociedad “LOS CÓNDORES” de Talca


     QUERIDOS amigos, yo realmente espero no defraudar a esta audiencia. Yo no soy orador, tampoco soy un analista y menos un historiador de nuestra  Institución; simplemente soy un integrante de ella, por hoy el más antiguo. Soy un Cóndor que ingresó a  esta Sociedad ya hace algunos años (45), y que me han privilegiado al entregarme su conducción y administración por cinco períodos, todos alternados entre sí.
     Yo quiero contarles a ustedes, lo que la Institución me ha ido transmitiendo a mí, a través de mis años de contacto y espero en realidad que ustedes Iogren lo que yo hace muchos años logré: formarme en la más pura, leal y sincera amistad que preconiza la institución como un principio fundamental.
     Esto se lo debemos a nuestros padres fundadores, que dieron inicio a esta Institución, y ellos serán el tema que me ha propuesto el Presidente para esta noche.
     Y así entonces, es imposible que yo pueda dar una opinión objetiva del tema que nos convoca, porque soy de los que piensa que nuestro razonamiento es la expresión de nuestras convicciones y de la carga de principios fundamentales que tengamos.
     Empecemos entonces ahora a conocer un poco de cómo comenzó la Sociedad Los Cóndores de Talca. Institución fundada, fundada y formada por seres humanos, trece simples y comunes hombres,  trece bien intencionados caballeros por su nobleza ética, cuya principal preocupación fue la amistad, perfeccionada a través del estudio y la reflexión, la convivencia y el entendimiento, para que así sea  posible encontrar como persona a otras, para que luego en el quehacer cotidiano, en la vida pública, con la palabra y la acción, sirva para que esta ciudad de Talca conozca sus propios caminos, que la lleven a encontrar, no tan solo unos mínimos de felicidad, sino metas que parecen inalcanzables, que permite desde el punto de vista moral, elevar la Calidad de Vida y así la Especie Humana, puede vivir en paz y en armonía. Esto es lo ideal, y si estamos conscientes del valor de este ideal, tenemos que estar conscientes también que para lograrlos, hay que sacrificar anhelos y deseos.
      Con esto, yo sólo quiero dejar establecido, que cuando alguien se propone alcanzar una ética o una moral, con valores superiores, debe ir aprendiendo desde la partida, que tendrá que recorrer un camino de esfuerzo y de sacrificio. Y éste es el camino que emprende cada Cóndor, durante toda su vida.

AHUMADA, Carlos
CASELLAS, Ramón
CEA ORELLANA, Alberto
CEA ORELLANA, Arturo
FUSTER CAMPANO, Francisco
GAJARDO VERA, Jenaro
LAVADOS, Manuel
RAMOS ROJAS, Jorge
SILVA FONCEA, Carlos
SILVA FONCEA, Luis
SOTO VILLANUEVA, Hernán
TOLOSA RODRÍGUEZ, Enovardo
VERA MESA, José Luis

     A estos trece hombres, aglutinados por el liderazgo de Jenaro Gajardo Vera, los unía una gran convicción: el hombre –en el sentido genérico del término–, su principal preocupación, expresaba   su fe en él. Le reconocían imperfecto, pero perfectible. Planteaban la convicción optimista y meliorística capaz de mejorar, de su doctrina de amor, por el género humano. Le reconocían al hombre la capacidad que tiene éste de ir más allá de sí mismos trascendiendo sus límites físicos de su ser, con su palabra, sus ideas, sus actos.
     Una servilleta de papel, una lapicera fuentes y una mano que escribió quince nombres, los antes nombrados mas Osvaldo Vilas Luaces y Raúl Bustos que acordada la lista el sábado 25 de agosto de 1951, no concurrieron a la oficialización de la fundación el viernes 31 del mismo mes, de allí la tradición del sesionar el último viernes de cada mes.
     Podemos decir, por tanto, sin exagerar, que la principal preocupación de nuestros fundadores es el hombre, es el ser humano y se empeñándose en su reconciliación, con su mundo físico, espiritual y social. Por este camino, la Sociedad Los Cóndores de Talca ha venido mostrando por generaciones, que el ser humano es intocable en todo aquello que concierne a contingencias de nacimiento o posición social, de confesión religiosa o filosófica, de pensamiento político. Defiende sus derechos inalienables de justicia y libertad en el reconocimiento de tales atributos, va comprendiendo como deber, el amor a la Humanidad y el interés por el destino humano, no tan sólo como individuo aislado, sino como componente de la Sociedad, que es donde debe expresarse toda la humanidad del hombre.
     Podemos agregar ya, ahora, que la  Sociedad Los Cóndores de Talca no es un partido político, ni una secta ni un club filantrópico. Brevemente explicaré que no es un partido político, pues no exige criterios doctrinarios, a imponer por sus integrantes en la sociedad en que se desenvuelve. No entrega consignas a defender e imponer. No tiene doctrinas particularizadas en lo económico, político o social. Esta Institución, por el tácito acuerdo de sus fundadores sólo  incita al estudio, a la reflexión en un entorno de amistad.
     No es esta institución una secta, ya que reconoce como válida la religión en la que todos los hombres están de acuerdo. Esto es el ser hombres de bien, leales. Hombres de honor y probidad, cualesquiera que sean las denominaciones o confesiones que ayuden a distinguirlos. No es tampoco un simple club filantrópico, aunque la Filantropía, entre nosotros, existe en forma natural al igual como existe entre los componentes de una gran familia, expresada también en la sociedad, pero lo hegemónico en esto es que la Sociedad Los Cóndores ejerce la filantropía, enseñando ante todo la justicia social, la igualdad como principio de justicia y la fraternidad, como expresión de amor y respeto al ser humano.
     La actitud de la  Sociedad Los Cóndores está expresada en su confianza, en la dignidad de la naturaleza humana, quien en la convivencia, es capaz de superar las dificultades, tanto materiales o morales, creyendo siempre que su fuerza y energía estarán al servicio del bien.
     Por todo lo dicho hasta ahora, ya podemos ir concluyendo, que la preocupación fundamental de la Sociedad Los Cóndores es el hombre. Conocer como ser humano individual y como parte de una sociedad polivalente y multidisciplinaria, para ser un faro referente, al cual puedan mirar sus congéneres en la diaria convivencia.
     La Sociedad Los Cóndores hoy,  y  en sus inicios,  y  por  lo expuesto hasta aquí, pienso que justifica   -tal vez me equivoque–,  pero que pienso que justifica sobradamente su existencia y al meditar sobre sus posibilidades hacia el próximo futuro, sólo quiero dejar trazadas algunas ideas que me han nacido como resumen de mi ya larga y agitada vida. Estamos al final de una época que nos ha ido sorprendiendo desde temprano por dos aspectos fundamentales: los innumerables avances técnicos, en todos los campos del saber humano. Es indudable que las civilizaciones cuentan hoy con arsenales a veces inimaginables de artefactos que pueden hacer la vida cotidiana muy placentera. Los avances tecnológicos en el campo de la ciencia harían desesperar el cerebro de cualquier sabio de anteayer, por la fantástica capacidad creativa demostrada en las invenciones y descubrimientos que están sirviendo a la Humanidad de hoy. Todos nos sentimos orgullosos de estas realizaciones humanas. No podemos callar, lo que hasta hoy está constituyendo un rotundo fracaso y que es lo que se refiere a nuestra limitada capacidad demostrada a través de los tiempos, para afrontar con éxito lo que es más importante en la convivencia: saber vivir en sociedad. En esta situación de palpable fracaso debemos estar conscientes que lo está el mundo oriental y nuestro mundo occidental.
     En nuestra incapacidad de ser felices en la convivencia, tenemos que darnos cuenta que ni tan siquiera que los pertenecen a las mismas culturas, pueden vivir con paz y tranquilidad, menos pueden vivir los pueblos con culturas parecidas o distintas. Y en esta selva en la que vivimos, es sólo el hombre el único que con franca irresponsabilidad, se desenvuelve alterando, cambiando, modificando todas las leyes que en la Naturaleza rigen a los seres vivos en su coexistir.
     También es cierto que al hombre, por satisfacer a veces intereses mezquinos, no le ha venido importando absolutamente nada todos los pequeños grandes desequilibrios que ha venido produciendo en el orden, y que ya, a veces, nos hace pensar que es tarde la armonía. Para satisfacer intereses mezquinos, ha ejercido indiscriminadamente e irresponsablemente el derecho de apropiación. Se ha arrogado gratuitamente el derecho de la exigencia y el de la explotación y con qué facilidad se posesiona de la verdad, queriendo imponerla muchas veces contra natura con la muerte. Y por dar satisfacción a su ambición deslegitimada, no le ha bastado avasallar a sus iguales. Ha ido esclavizando, maniatando, explotando también la Naturaleza, adueñándose de sus riquezas, aparentemente, para llevar felicidad y confort al Ser Humano, y digo «aparentemente», ya que todo, al final del camino, se ha ido transformando en angustia, competitividad deshumanizada, explotación esclavizante y enriquecimiento desmedido e irracional de uno muy pocos. Si en la primera década de nuestro siglo seguimos viendo, sintiendo el hambre y la muerte sembrada artificialmente por la propia mano del hombre y sigue el hombre cada día demostrando, que no ha sido capaz de defender sus grandes y únicas riquezas, la vida del Planeta –su propia vida–.
     Mientras existan estos serios problemas, nuestro deber es reforzarnos en el pensamiento de nuestros padres fundadores, que conociendo el valor de la moral, nos enseñaron sin traumas ni coacción, al tratar de liberarnos de la ignorancia; nos propusieron alejarnos del fanatismo, al hacernos meditar en la tolerancia, fraternidad, justicia, libertad y todos sus principios; nos entregaron una firme convicción racional que nos hace levantar como una gran bandera de lucha, el amor a nuestros semejantes, expresado en el irrestricto respeto a su propia personalidad en la convivencia. Y en segundo lugar la convicción de que una actitud dialógica es el mejor medio para que en la conversación, donde se conjuga el lenguaje y la emotividad, lleguemos a los acuerdos unánimes dejando atrás los pactos, frutos de negociaciones que siempre niegan el Yo de los dialogantes. Así, el futuro de la Sociedad Los Cóndores puede ser cada día más esplendoroso.
     Antes de terminar, quisiera relatarles una parábola que por lo simple me ha parecido bastante demostrativa de un valer, que ojalá lo pudiéramos comprender todos.

     «Había un hombre, que tenía una doctrina, que guardaba en el bolsillo interior de su chaleco junto al pecho, pero no dentro del pecho. La doctrina empezó a crecer y para guardarla le construyó un arca de fina madera de cedro. Pero como el arca empezó a crecer le construyó una gran casa y así, nació el templo, pero el templo siguió creciendo y éste, se comió el arca de cedro, al hambre y a la doctrina escrita que guardaba en el bolsillo interior de su chaleco. Luego vino el sabio maestro y pensó en voz alta: el que tenía una doctrina, que se la coma, antes de que el templo se lo coma a él, que la vierta en su sangre, que la disuelva en su sangre y que lo que es del Yo, se identifique con el Nosotros en pro de la doctrina, así hará carne de la doctrina y su cuerpo, será el bolsillo, el arca y el templo».
     Nada más









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